Se colocó una nueva marca de sitio de memoria en Mariano Soler 3098 bis, la vivienda donde fueron asesinadas Diana Maidanik, Silvia Reyes y Laura Raggio
Con un fallo internacional a su favor, los avances judiciales de un caso paradigmático de la dictadura uruguaya, el acribillamiento de las ‘Muchachas de abril’, sólo mitigan el dolor que, 50 años después, sus familiares aún sienten mientras luchan por el «nunca más».
La concreción en 2023 del acto en el cual, mandatado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Estado reconoció haber violado los derechos de víctimas y familiares le dio otro aire al aniversario del operativo en el que las Fuerzas Conjuntas del régimen dictatorial (1973-1985) mataron a las jóvenes Diana Maidanik, Silvia Reyes y Laura Raggio.
Es que, como dice a EFE la prima de Maidanik Mónica Wodzislawski, pese a haber sido «un acto de reparación parcial», al que, lamenta, no acudió el presidente Luis Lacalle Pou, fue una instancia emotiva para los familiares tras décadas de lucha.
Ese avance, que se sumó al procesamiento con prisión en 2022 de Juan Rebollo -uno de los militares responsables y el único de tres imputados que no murió antes del dictamen-, no quita no obstante el dolor que, remarca, el crimen aún despierta.
«Abril te remueve todo, pero el dolor persiste y está con lo otro. Es todo a la vez», responde sobre si la calidez del encuentro con quienes apoyan la causa por «verdad y justicia» tiñe de positividad la dolorosa fecha.
Con la colocación de una nueva marca de sitio de memoria en Mariano Soler 3098 bis, la vivienda donde fueron acribilladas las ‘Muchachas’, el acto anual de homenaje de este domingo es «más especial» para Emiliano Galván, sobrino de Reyes.
«Es el corolario de tantos años de lucha, de juicios», destaca quien con 31 años dice sentir junto a sus hermanos «un poco de tristeza» por que su madre y sus abuelos, ya fallecidos, no puedan estar para verlo.
Sin embargo, Galván, que convivió con el tema toda su vida, pues no sólo la muerte de su tía -que tenía 19 años y estaba embarazada- sino también la desaparición forzada del esposo de esta, Washington Barrios, y el encarcelamiento en la dictadura de su madre, ve positivo que siga generando reflexión.
En concreto, enfatiza que en un momento donde crece la conciencia en torno al flagelo de los femicidios, la visibilidad del asesinato de tres mujeres a las que «se acribilló para dar un mensaje y porque eran mujeres» suma «mucho».
«En dictadura también fue algo muy presente. Realmente los militares se ensañaron con las mujeres, jóvenes sobre todo, y creo que (recordarlo) colabora para que no vuelva a pasar», recalca.
Wodzislawski acota que este fue el primer año en que faltó al acto la madre de Maidanik, pero que igual, con 102 años, sigue «tratando de difundir lo que su hija era» como luchadora social.
«Una vez fuimos a hablar con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y ella les escribió unas líneas diciéndoles que nunca había podido reír con la misma alegría desde ese momento y por eso quería una sentencia, para que Diana pudiera descansar en paz», rememora.
Así, habiendo cumplido al menos con los puntos centrales del fallo emitido en 2021, dice la prima de Maidanik, se llega a un aniversario donde celebra que hasta una obra teatral busca dar a conocer «la vida clara, diáfana, alegre, trabajadora y estudiantil» de tres ‘gurisas’ que no murieron en vano.