Según Italo Savio Director del Área Programática del Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública, la demencia es causada por el daño o la pérdida de las células nerviosas y sus conexiones en el cerebro. El Alzheimer es una enfermedad mental neurodegenerativa, aún incurable, que produce un deterioro cognitivo importante que se manifiesta en dificultades en el lenguaje, pérdida del sentido de la orientación, del juicio y razonamiento y dificultades para la resolución de problemas sencillos de la vida cotidiana.
La enfermedad de Alzheimer (EA) es considerada la “nueva epidemia” del siglo XXI, señala el especialista, Grado 5 en Geriatría.
Se estima que para el año 2050 la cantidad de personas afectadas en el mundo ascenderá a 131.5 millones. Desde el máximo nivel de evidencia científica sobre estudios epidemiológicos (el meta análisis), realizados entre 1980 y 2009, dependiendo de la zona geográfica, la prevalencia de la enfermedad varía entre 5 % a 8% en mayores de 60 años y asciende de forma exponencial con la edad, duplicándose cada 5 años, con predominio en mujeres.
Otros estudios similares muestran una prevalencia de 4,8% a 6,9% en el mismo grupo de edad.
El estudio de Rochester establece una prevalencia de 10% explica Savio, lo que en nuestro medio implica que 50.000 personas mayores padecen Alzheimer. Todos los estudios sobre la incidencia (nuevos casos) de demencia y de la EA en particular, coinciden en que se trata de una patología que aumenta con la edad y en forma exponencial a partir de los 65 años.
Aunque todavía no existen tratamientos curativos para la enfermedad de Alzheimer, existen intervenciones preventivas sobre factores de riesgo modificables, intervenciones farmacológicas para mejorar el desempeño en la vida diaria y para aliviar síntomas psico conductuales, así como toda una gama de intervenciones conductuales no farmacológícas, psicológicas y desde la gerontopsicomotricidad, el trabajo social, e intervenciones hacia los cuidadores familiares.
Estas vertientes de intervenciones farmacológicas y no farmacológicas necesariamente van asociadas y no son excluyentes, sino complementarias.
Entre los Factores de riesgo no modificables, pero no inexorables se citan: la edad (aumenta en mayores pero no es parte normal del envejecimiento), los antecedentes familiares influyen, y el Síndrome de Down favorece que muchas personas con este síndrome presenten Alzheimer de inicio temprano.
Existen factores de riesgo modificables, cuyo control contribuiría a reducir el riesgo de padecer demencia:
· Nutrición saludable y ejercicio. Las investigaciones demuestran que la falta de ejercicio aumenta el riesgo de demencia. Y aunque no existe una dieta específica que reduzca el riesgo de demencia, las investigaciones indican una mayor incidencia de demencia en las personas que tienen una dieta poco saludable.
· Consumo excesivo de alcohol. Se sabe que el consumo de grandes cantidades de alcohol provoca cambios en el cerebro y mayor riesgo de demencia.
· Factores de riesgo cardiovascular. Estos incluyen presión arterial alta (hipertensión), colesterol alto, acumulación de grasas en las paredes arteriales (ateroesclerosis) y obesidad. · Depresión. Aunque todavía no se entiende bien, la depresión en adultos mayores se podría vincular, aunque lo frecuente es que depresión se asocie.
· Diabetes. La diabetes puede aumentar el riesgo de demencia, especialmente si está mal controlada.
· Tabaquismo. Fumar podría aumentar el riesgo de desarrollar demencia y enfermedades de los vasos sanguíneos.
· Traumatismo craneal. Las personas que han sufrido un traumatismo craneal grave corren más riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Algunos estudios indican que el riesgo puede ser mayor dentro de los primeros seis meses a dos años después de la lesión cerebral traumática.
· Alteraciones del sueño. Las personas que padecen apnea del sueño y otras alteraciones del sueño podrían tener un mayor riesgo de desarrollar demencia.
· Deficiencias vitamínicas y nutricionales. Los niveles bajos de vitamina D, vitamina B-6, vitamina B-12 y folato pueden aumentar el riesgo de demencia.
·Algunos medicamentos pueden empeorar la cognición y memoria. Especialmente aquellas con efectos anticolinérgicos.
Desde el Área Programática del Adulto Mayor del MSP, se recomienda:
- Evitar la automedicación y los productos de venta libre que ayudan a dormir que contengan difenhidramina (antialérgico), los medicamentos usados para tratar las urgencias urinarias como (oxibutinina) o antiespasmódicos .
- Limitar los sedantes y medicamentos para dormir.
- Consultar con su médico para recibir consejo y saber si alguno de los medicamentos que toma puede empeorar su memoria.
Según el Dr Italo Savio, estudios recientes sobre el tema revelan que abordar factores modificables puede reducir el riesgo de desarrollo de EA entre 35% a 40%.
Una vez que aparecen los primeros síntomas, los pacientes van declinando, generalmente en forma lenta, en años y se van volviendo más dependientes, de forma que hay que ayudarles a vestirse, asearse, comer. Previamente pierden la capacidad de manejar sus finanzas, hacer compras, utilizar el teléfono y antes en actividades avanzadas, como las vinculadas a la integración y habilidad social.
Poco a poco comienzan a ser necesarios e imprescindibles los cuidados permanentes de un cuidador, rol que ejercen en más del 70% de los casos las mujeres, y las familias siguen siendo la principal fuente de cuidados.
Según Savio, es clave tener en cuenta en la estrategia de cuidado, la salud del cuidador, en tanto más del 50% de las cuidadoras familiares desarrollan consecuencias físicas o mentales derivadas de un rol duro y exigente, por lo que recomienda de forma enfática poner foco en el autocuidado , en “el respiro” o descanso y rotación en el rol.
Muchas veces cuando la familiar cuidadora claudica, explica Savio, el problema culmina en el sistema de salud.
Por ello se habla del binomio persona con EA – cuidador familiar, donde se debe entender la importancia de apoyar al cuidador principal en la familia.
Objetivos del Día Mundial del Alzheimer. Recomendaciones hacia las familias y la comunidad:
Este día busca visibilizar la enfermedad, que afecta no solo a los pacientes sino también a los cuidadores directos y familiares.
Los objetivos principales del Día Mundial del Alzheimer se resumen en:
· Promover el desarrollo de apoyos y orientación hacia los cuidadores familiares desde una perspectiva socio sanitario que coordine los esfuerzos desde los prestadores sanitarios con los servicios sociales y de cuidados.
· Realizar y promover la Investigación sobre el Alzheimer y sus tratamientos.
· Ofrecer formación sobre la enfermedad y apoyo psicológico a los cuidadores.
· Incluir en la promoción y educación para la salud la prevención de la enfermedad, trabajando en los factores de riesgo modificables.
· Promover el desarrollo de contextos de atención en el sistema de cuidados para brindar terapias de estimulación cognitiva, en redes integradas con los servicios de salud.
¿Qué podemos hacer para apoyar en este Día Mundial del Alzheimer?
Según la OMS resulta clave como estrategia en el abordaje de esta enfermedad visibilizar el problema y apoyar a personas y familiares que padecen EA, ofrecer ayuda a los cuidadores, vincularse a las asociaciones de familiares y buscar una segunda opinión calificada, por ejemplo, en un servicio asistencial de Geriatría ante duda sobre el diagnóstico.
Los profesionales que trabajan en ellos le sabrán orientar acerca de los cuidados, el avance de la enfermedad y mejores abordajes.
Resulta imprescindible impulsar una estrategia conjunta mediante el desarrollo de acciones que incluyan una mirada multidisciplinar e intersectorial, para diseñar un abordaje que contemple el binomio EA – cuidador, teniendo en cuenta que el impacto de la enfermedad trasciende lo sanitario, en tanto compromete y afecta todos los ámbitos de la vida de la persona enferma y en muchos casos, los de su familia, concluye El Director del área Programática del Adulto Mayor, el Dr. Italo Savio.